Buscaba afanosamente el trabajo del Profr. Ramiro Alcántar Serrano que tituló Mi Pueblo. Villa Victoria porque en éste, el autor, hace una descripción básica pero fascinante de lo que puedes ver en El Barrancón, de tal manera que me permitiré hacer una transcripción de algunos fragmentos del apartado dedicado a esta maravilla natural, claro está, con la venia del Profr. Alcántar e incluiré algunas fotografías tomadas en este increíble sitio durante el último día del año 2009.
En esta ocasión nos acompañaron a nuestra excursión Lupita y Mónica Martínez S. quienes también se encontraban vacacionando en Villa Victoria, que gustosas accedieron a la invitación para hacer este recorrido.
Hablar de “El Barrancón de las Guacamayas” es platicar de uno de los paseos más bellos de mi pueblo. Grupos de jóvenes, adultos y familias completas, asistían periódicamente a ese lugar para pasar días de campo en armoniosa amistad.
En las cercanías de las comunidades de Las Higueritas y El Limón de Ramos, nace un rio que uniéndose a otros dan forma a una cuenca que desemboca al Océano Pacífico. . .
. . . El rio sigue su camino hasta tomar, con su arrullo cristalino, por una larga barranca a la que bautizaron como “Barrancón de las Guacamayas”. Grandes parvadas de aves canoras tenían ahí su hábitat, dándole un colorido espléndido con su plumaje y un sonido inconfundible con sus alharacas. Nace así el nombre de esta gran falla geográfica.
. . . el “tiro al blanco” nefasta afición –según lo destaca el Profr. Alcántar- fue la causa del exterminio de las hermosas aves que engalanaban este desfiladero.
El principal estanque de El Barrancón era “La Taza”, donde se podía disfrutar de sus cristalinas aguas, mientras, entre las rocas, las demás personas preparaban la comida, los antojitos y las bebidas que disfrutaban en forma compartida.
La naturaleza y sus fenómenos son caprichosos. El despeñadero es un verdadero tajo con paredes rocosas que, en las partes más altas pueden alcanzar una altura de hasta 100 metros. Algunas rocas, por la acción del viento y la lluvia, semejan enormes monumentos de características especiales. En el ala de la izquierda, a unos 500 metros de “La Taza”, hay una cueva donde los visitantes como recuerdo, grafitean sus nombres y fecha de estancia, algunas datan del siglo pasado.
Muchos intrépidos se aventuran rio abajo, sorteando pasos peligrosos entre rocas y salientes, arriesgando alguna caída fatal, golpes o fracturas, como premio a su valentía, hasta llegar a “La Toma”, otro estanque famoso cercano al poblado de El Pozo.
Los sismos o temblores de alto grado de intensidad, fueron minando el ánimo de las personas, acrecentando los temores de morir por las avalanchas de rocas, al visitar este punto de recreo. Dicen que recordar es vivir y la nostalgia nos invade a aquellas personas que gozamos del privilegio de estar, alguna vez, en nuestro Barrancón de las Guacamayas.
FUENTE:
Profr. Ramiro Alcántar Serrano. Mi Pueblo. Villa Victoria. Alcantar's Editores, S. A. Colima, Colima, México, 2003.
Fotografías: leafart@yahoo.com
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