Villa Victoria,Chinicuila Michoacán.: VIOLINES

miércoles, 4 de junio de 2008

VIOLINES

VIOLINES

Cuando pienso en música el primer instrumento que se me viene a la mente es un violín, tal vez porque mi padre fue violinista toda su niñez y buena parte de su juventud y, según sus propias palabras, fue un violín barato de Paracho el que le sirvió de salvavidas para escapar de su pueblo, Chinicuila del Oro, en la alta serranía de Michoacán. Primero, de niño, como integrante de la banda del pueblo y, más tarde, como violinista de una banda militar, se labró un camino propio, desde los 14 años de edad, en el ejército nacional de “mi general Lázaro Cárdenas”. El violín fue, en todo momento, tan importante y vital para su sobrevivencia como el máuser que cargó de Morelia a Texcoco, de la ciudad de México a Mazatlán. Sólo cuando cambió el violín por el teletipo, ya como radio operador titulado en la escuela militar de comunicaciones, es que la interpretación musical fue quedando a un lado, como una habilidad aprendida pero cada vez menos practicada. Por eso, cuando yo era niño y le pedía tocara el violín que decoraba alguna repisa de la sala o el comedor de nuestra casa en Mexicali, se negaba a hacerlo aduciendo uno y mil pretextos, especialmente que ya no recordaba cómo tocarlo: “El violín es cosa delicada”, decía, “o lo tocas bien o lo dejas en paz”. Ahora que veo películas donde aparecen gitanos tocando violines callejeros en la vieja Europa, pienso en mi padre y en el violín que aún permanece, silencioso, en la sala de la casa: con la música por dentro, como un príncipe rojo que duerme el sueño del tiempo y que sólo timbra cuando el arco de la memoria se desliza por sus cuerdas, cuando su caja de resonancia expande el sonido de la ausencia. Mi nostalgia se acentúa al intentar percibir lo que nunca he oído, al querer escuchar las melodías que preserva un violín barato de Paracho, como si éste fuera una lámpara maravillosa cuyo genio sigo sin poder liberar de su interior, cuyos secretos son una partitura que no alcanzo a leer. Mientras tanto, el violín reposa, silente, como un barco de madera despojado de su velamen: aguardando una travesía de la que ignoro sus acordes, sus pausas, su tono. Un violín que me pertenece por herencia: con solo mirarlo.

Dr. Gabriel Trujillo Muñoz

Biografía


Nació en Mexicali, B.C., 1958. Polígrafo y editor. Médico cirujano. Profesor de la Facultad de Ciencias Humanas de la UABC y editor de la revista Semillero. Ha publicado cerca de una centena de libros como autor y compilador. Es autor de los poemarios Poemas (1981), Rituales (1982), Percepciones (1983), Moridero (1987), Tras el espejismo (1989), Mandrágora (1989), Atisbos (1991), A plena luz (1992), Don de lenguas (1995), Alfanjes (1996), Cirugía mayor (1997) y Constelaciones (1997). En narrativa destaca con Mirada (cuento, 1991), Mezquite Road (novela, 1995), Laberinto. As time goes by (novela, 1995), Conjurados (novela, 1999), Espantapájaros (novela, 1999), Tijuana city blues (novela, 1999), Orescu. La voz (novela, 2000), Orescu. La sangre (novela, 2000) y Orescu. La luz (novela, 2000). En ensayo tiene Tres ensayos sobre el ensayo bajacaliforniano (1988), Alabanzas y vituperios (1990), Señas y reseñas (1992), De diversa ralea (1993), Los signos de la arena. Literatura y frontera (1994), Huellas incurables (1995), Puntos cardinales (1995), Imágenes de plata. El cine en Baja California, (1997), Kitakaze. Los japoneses en Baja California (1997), Literatura bajacaliforniana siglo XX (1997), Los confines. Crónica de la ciencia ficción mexicana (1999), Baja California. Mitos y ritos cinematográficos (1999), La canción del progreso. Vida y milagros del periodismo en Baja California (2000), Biografía del futuro. La ciencia ficción mexicana y sus autores (2000) y Testigos de cargo (2000). Ha ganado el premio estatal de literatura en ensayo (1990), poesía (1994,1996), periodismo cultural (1992) y novela (1994). Premio nacional de ensayo Abigail Bohórquez en 1998 y premio nacional narrativa Colima para obra publicada en 1999. Ha obtenido el premio binacional de poesía Pellicer-Frost en 1996 y el premio Excelencia Frontera en 1998.

*Tomado del blog de Hojas amarillas de Gabriel Trujillo Muñoz.

A manera de referencia.

A quienes nos llena de orgullo el haber “largado el ombligo” en Chinicuila, es doblemente satisfactorio que la raigambre continúe en expansión y aunado a eso, se destaque en alguna actividad humana. El padre del autor fue el Sr. Gabriel Trujillo Chacón, hermano de mi padrino Rafael Trujillo Chacón, hijos a su vez del Sr. Gabriel Trujillo Larios.

José Rafael Trujillo Trujillo

3 comentarios:

Nobel prize blogger dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Nobel prize blogger dijo...

Saludos desde el NPB. Por favor añade nuestro banner para permanecer en el directorio

Nobel prize blogger dijo...

Hola !!!!ya estás en nuestro directorio Nobel Prize Blogger. Ahora enlázalo al directorio Mexico con nuestro banner.

saludos !!!!