Villa Victoria,Chinicuila Michoacán.: VISITA AL TERRUÑO

viernes, 30 de mayo de 2008

VISITA AL TERRUÑO

VISITA AL TERRUÑO

En diciembre del 2005 con mi esposa María Salomé y mis dos hijos más pequeños Alejandra y Fernando Daniel, decidimos sin pensarlo mucho ir a pasar el año nuevo a La Villa. Como mis hijos ya no son niños me preocupé de que se aburrieran como luego sucede con algunos jóvenes que viven en la ciudad cuando van al pueblo de sus ancestros. Cuando llegamos a La Villa nos hospedamos muy a gusto en el hotelito de Martha arriesgándonos al regaño de mi primo Agustín Abúndiz o de mi tía Fausta Chávez; sin embargo, lo hicimos así por la vergüenza o pudor que de repente sienten los hijos adolescentes.

Después de pasar por el día del saludo, los muchachos se relajaron y la pasaron bien. El día del saludo es la maravillosa experiencia (para uno claro, no para los hijos), de caminar por el pueblo y saludar a toda la gente que uno reconoce, lo cual cada vez es más difícil porque los que uno dejó como niños ahora ya están criando niños y además ha llegado gente nueva.

Para que mi familia gozara más de la naturaleza, un día “madrugamos” como a las 8 de la mañana rumbo a Las Higueritas, donde mi papá, Emilio, tuvo un rancho. Tomamos la salida hacia El Aguacatillo y desde el principio había buen ánimo.


Todos gozamos de las plantas, el río, mariposas, pájaros, ardillas y de la simple sensación de estar en un lugar hermoso. A la mitad del camino nos detuvimos a tomar un rico desayuno: enchiladas de La Villa (de pan, claro), con jugo.

Pasamos por Los Arcos, un acueducto por el cual hace muchos años se transportaba el agua para regar sembradíos de caña y otros cultivos ubicados en los márgenes del río.


¡Ahhhh!, un descansito.

Llegamos hasta Las Higueritas y decidí que nos regresaríamos por el camino de La Espumilla, lo que al principio no advertí fue que dicho camino de herradura ya estaba en desuso, por lo cual tuve que hacerme de una vara e ir adelante golpeando todas las hojas acumuladas, principalmente de cabezo, por aquello de las víboras.


La vegetación cubrió el camino.


En piedras como esta se amarraban las gallinas.

Al día siguiente con los muchachos, mi primo Francisco Abúndiz y un amiguito del barrio de abajo llamado Fernando, nos dejamos caer a La Toma, de donde son las siguientes imágenes:


Fernando y Alejandra con hojas de Colomo.


Nuestro amigo Fernando.


Realmente disfrutaron.


Mi primo Francisco Abúndiz, equilibrista.


Alex posando.


No podía faltar.


Hermosa tarántula sobre el camino.


¿A poco no se antoja?

Durante nuestra estancia en La Villa disfrutamos muchas cosas más: en casa de mi primo Agustín Abúndiz y Vicky, Camilo Vergara y Flora (y mi ahijada Necho Vergara, quien hace muchos años me ganó aquello de “padrino, mi mono”), Rubén Acevedo y Toya, mi padrino Rafael Trujillo y Alída, mi primo Lalo y Lola Trujillo, almorzamos jocoque y comimos jabalí con mi primo Roberto Espinosa y su esposa Titi, con quien mi señora ha hecho una bonita amistad al igual que con Vicky, y también comimos los infaltables sopitos con Martha Trujillo.

Mi esposa y Titi.


Haciendo tamales en casa de Vicky.


Daisy Abúndiz y su mejor amiga.


Hummm, el jocoque con Titi.


Con Doña Flor Acevedo y mi ahijada Necho Vergara.


Una panorámica de La Villa desde El Reparo.

En fin, mis hijos y mi esposa lo pasaron bastante bien y yo, como dijera Don Fidel Valdovinos, gocé “como un perro” (Don Fidel es o era, no lo sé, de alguna ranchería del municipio, buen amigo de mi padre, de sonoras carcajadas y gran bigote, y para todo usaba esa frase: “este caballo baila como un perro”, “comí como un perro”; siempre hacía tratos con mi papá, a veces llegaba a la casa a caballo y se regresaba a pie, y cuando los tratos tardaban en concretarse unas canelitas daban resultado, las de Don Fidel tenían alcohol y las de mi padre no, ya sabrán quien ganaba).

Espero que les haya gustado este paseo por una parte del terruño. Dios bendiga a la gente de Chinicuila, nativos y avecindados, y a su familias. No me cabe en el pecho el orgullo que siento al andar presumiendo con todo mundo el gran trabajo que Lupita está haciendo con su página de internet.

Alfonso Chávez Espinosa





2 comentarios:

Alfonso Chávez Espinosa dijo...

FE DE ERRATA: En el artículo sobre la visita al terruño que Lupita me hizo el favor de publicar, por error puse el nombre de Aída en lugar de Alida (Trujillo), en cuya casa por cierto comimos unos ricos sopes gordos con un sabroso vino tinto, en compañía de Judith y su apreciable esposo. Gracias padrinos, siempre son una muy grata compañía.

J. Rafael Trujillo dijo...

Devolviéndole la copa, estimado Ingeniero, realmente nos sentimos "transportados" a través de su reseña de la visita al terruño. Envidia de la buena el "chapuzon" en las transparentes aguas de "la toma". Un cordial saludo y estamos en linea.