Muchos recuerdos fluyen a su mente, como aquel cuando su Tío Rafael Oseguera le pidió que llevara un telegrama con carácter de urgente al Rancho El Pozo, con Toño Larios _pero te vas ahorita porque es una emergencia, sentenció su Tío. Sin mediar palabra, tomó la libreta de Acuses de Recibo y se marchó. Serían como las 12 del día, indica. Pidió permiso a su padre y salió corriendo, atravesó el panteón nuevo con la velocidad de una liebre, quizá por el miedo que manifestamos los humanos al pensar en los muertos o posiblemente porque así lo ameritaba la urgente comisión que le había sido asignada. Corrió y corrió por “La pedreguera” llegando a El pozo en 45 minutos. Toño Larios, con la parsimonia que le caracterizó, lo recibió con cierta sorpresa _¡ehhh muchachito! ¿Que haces por acá? Preguntó. Nada, respondió con cierto jadeo. Aquí le traigo este telegrama. Ahh, que sera tu? Fírmele aquí. Onde? respondió, Don Toño con algunas dudas, aquí sobre la línea, le dijo. ¡Bueno! Después de la entrega-recepción de rigor del telegrama en cuestión, Don Toño dice: ¡Gracias muchachito, me saludas a tu papá y le dices a Rafael que muchisísimas gracias!
Una vez cumplimentada la primera etapa de su valiosa comisión emprendió su regreso de la misma manera: ¡corre, corre y corre! Llegando a la Villa una hora antes de que abrieran la oficina, por la tarde. Llega a su casa, toma una ligera ducha y regresa a su lugar de trabajo, encontrándose con un iracundo jefe _Y luego, ¿que estás haciendo aquí? Cuestionó, ¡no te dije que el telegrama era con carácter de urgente! ¿Que pasó porqué no lo has llevado? Y de donde saca que no lo he llevado? Estira la mano y le muestra la libreta firmada. Don Rafa, con el entrecejo arqueado por la duda y observando el acuse de recibo, preguntó: ¿Que acaso andaba Toño por el pueblo? ¡Noooo, fui hasta allá! ¿Cómo? ¡Pero si hasta perfumado andas, muchacho! ¡Pues ya ve! contestó el joven con un dejo de orgullo. ¡Bueno, pues siendo así, te felicito muchacho! esto me dice que quieres quedarte con la chamba, finalizó diciendo ¡Ahh, se me olvidaba, ten los diez pesos que te corresponden por concepto del propio!(así llamaban cuando el remitente pagaba una cantidad adicional para que el telegrama fuera entregado en persona y a domicilio, independientemente del lugar donde el destinatario viviera)
Hasta ahorita quizá algunos se pregunten ¿a quien se estarán refiriendo? Otros, tal vez hayan sacado ciertas deducciones, si es que vivieron en los inicios de los 60’s en Villa Victoria. Bueno, pues se trata del joven, en aquella época, J. Guadalupe Calvillo Cárdenas (Lupe) quien inició a laborar en la oficina de telégrafos y continuó cuando el Sr. Isidro Pineda Gutiérrez se hiciera cargo de ésta, al retiro de Don Rafael Oseguera.
Lupe, con una gran cualidad para recordar eventos pasados, narra a detalle esta época juvenil vivida en Telégrafos Nacionales y recuerda de manera nítida anécdotas por el vividas en los diferentes lugares donde sirvió como mensajero y telegrafista: Villa Victoria, Coalcomán, Cd. Guzmán, Tijuana y Cocula.
José Guadalupe Calvillo Cárdenas (Lupe), rodeado por sus amigos de siempre y contemporaneos de causa en los Estados Unidos de Norteamérica, en donde reside actualmente. En la fotografía: Pedro Serrano Avalos (Pit), Lupe Calvillo Cárdenas, Horacio Trujillo Larios (Cacho) y Efraín Vergara Trujillo (Pallín)
Dr. Rafael Larios Gomez: A petición de Monín.- A ESE 'POKAR' LE DEDICO UN VERSO DE CORAZÓN/POR SER TAN BUENOS AMIGOS /MERECEN UNA CANCIÓN/ CACHO LE DIJO A PAYÍN/VEN VALE PARATE AQUÍ/LLAMATE A LUPE CALVILLO/Y NO SE TE OLVIDE 'PIT'/ALGUIEN POR ALLI LES DIJO/ESTAN MUY SERIOS LOS CUATRO/MIREN-SI NO DICEN 'CHEESE'/NO SALDRA BIEN EL RETRATO/HOY QUE LOS CUATRO SUSPIRAN/POR UN RETIRO CERCANO/A VILLA QUIEREN VOLVER/CON UNA "CHELA' EN LA MANO.
Recuerda por ejemplo, que en Coalcomán, siendo administrador de la oficina Don Quintín Oseguera, alguna vez fue mensajero substituto, durando períodos breves de servicio en aquella población. Mi Tío Quintín era muy “vacilador”, dice Lupe, cuando llegaba un parroquiano a poner un telegrama al pagar el servicio, casi nunca había cambio. Decía _Mira, del telegrama son $3.00, de tus $5.00 te sobran $2.00 por el momento no tengo cambio, pero ve a la tienda de la esquina y cómprate $2.00 de leña. El entendido usuario del servicio regresaba con un tercio de leños, depositababa $1.00 en el mostrador y preguntaba: ¿donde se los pongo Don Quintín? ¿Qué? Replicaba éste. ¡La leña, le contestaba! ¡Pues ponla donde quieras al fin es tuya! No, pero Ud. Me dijo que. . . ¡No, no, no! Yo solo te sugerí que cambiaras tu billete de $5.00 comprando leña. . . ¡ahh que Don Quintín, tenga, cóbrese el telegrama! ¿Y la leña? preguntaba Don Quintín. _Haga lo que quiera con ella, finalizaba el parroquiano, quien terminaba por marcharse muy enojado. Una vez que se iba, observándome por encima de los lentes, que se ajustaban perfectamente en la punta de su nariz, me decía: ¡agarra el tercio de leña y mételo debajo de la chimenea! Dado que Él mismo rentaba uno de los cuartos de su casa, habilitado como oficina.
Y hay muchas anécdotas más, que después y con toda calma trataremos de relatar a Uds. Esperamos que las nuevas generaciones valoren “la historia viva” que podemos encontrar en nuestros amigos, nuestros “paisanos” un poco más grandes que nosotros y que entendamos que el desarrollo de los pueblos se da en base al cariño que le profesemos a nuestra tierra, saber de donde venimos, a donde vamos y que las experiencias ganadas a lo largo de sus vidas y las nuestras mismas, sirvan para acrecentar nuestro cariño por la tierra, por la bendita tierra que ha sido testigo de nuestros nacimientos.
De nueva cuenta con Uds. Un saludo para todos.
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