Villa Victoria,Chinicuila Michoacán.: La Semana Santa en los 60's

martes, 14 de febrero de 2012

La Semana Santa en los 60's


Recuerdos de la celebración de la Semana Santa en Villa Victoria, en la década de los 60's.








C. D. Ramón Godínez Gutiérrez




Todo empezaba el sábado con la llegada de comerciantes que iban a ofertar sus mercancías para la celebración de la SEMANA MAYOR toda llena de misticismo y Recogimiento espiritual.

En el portal de la tía SUSANA PINEDA y de las MUCHACHAS LARIOS (donde está ahora la presidencia municipal) se instalaban los vendedores, y ya en la tarde estaba a la venta las palmas que traían del rumbo de Huizontla y con sus hojas hacíamos figuras trenzas petatillos etc. que luciríamos en el templo el domingo de Ramos y ver entre la chiquillada quién había llevado la palma mas adornada

Y así alineados en los portales recuerdo entre los olores a melones y sandias que llevaba en un desvencijado camión Don José el ollero conocido así por las cazuelas y loza de barro que vendía. Luego Nacho Trujillo con su barra de hielo que un día antes le traía el camión de Colima y amarraba a un pilar para el día siguiente estar lista la venta de raspados desde 25 centavos o 1.00 los vasos grandes que comprábamos y nos deleitábamos con distintos sabores de almíbar entre los que recuerdo el de guayabilla limón jamaica y los especiales leche con guayaba, y con Nacho sus fieles perros “el nejallo”, “el uvalán” y a veces hasta “la princesa” (así llamaba a su burra).

Asistir al portal, era solo risas y alegría porque llegaba mucha gente a platicar y hacerse bromas entre la gente adulta. También entre los comerciantes uno que me llamaba mucho la atención era aquel indígena que cargaba enorme huacal donde colgaban botellas de diferentes colores con aceites y linimentos que curaban de todo y luego de estar un rato en el portal se sentaba y apoyando una correa en la cabeza y en las manos un especie de bordón sufría para levantarse con tremenda carga y así recorría las calles del pueblo.

En ese tiempo no había muchos carros ni camionetas, las bestias amarradas en los pilares de los portales y postes de la luz del motor de mi tía Lupe Trujillo esperaban turno para comprar, por costales, pan de capirotada que llevaban a sus ranchos. Chuy Larios (qepd) y sus hijos trabajaban 24 hrs. y así el olor a pan caliente inundaba el pueblo.

El templo ya vestido con colores morados y del tapanco de la sacristía bajaban figuras de santos que solo en esa época eran requeridos; los altares adornados con botes germinados de plantas de maíz que le daban un toque especial a la celebración así mismo en las pilastras se amarraban ramas de granadillo un árbol que en este tiempo luce su esplendoroso color verde.

Casi toda la semana las campanas enmudecían (y no por los amarradijos de estopa) y era tiempo de ir a pelearse por una matraca con la cual se llamaba a la gente para la celebración y había una enorme que solo podía manejar un adulto y casi siempre permanecía tirada.

La gente participaba en la celebración y así la tía Susa prestaba una cama de latón donde acostaban a Jesucristo para toda la noche estar en velación, en las casas donde había radios solo se escuchaba música sacra también en el puesto de mi tío Everardo se suspendía la tocada de discos que ambientaba el jardín.

Por la noche, entre los chiquillos la pregunta era: Vale, ¿Te escogieron para lavarte las patas? Y algunos se quedaban sorprendidos confundidos y tristes por no haber sido llamados a tan solemne acto. Y ya por la tarde después de haber disfrutado del paseo tradicional a cualquiera de los ríos, llegábamos sedientos y sudorosos a bañarnos y con el temor de ¡Te vas a convertir en rana si te bañas! ¡Hoy es día santo! Y de esa forma nos alistábamos para el lavado y beso de pies que el Sr. Cura en turno tenia que hacer.

Después de la crucifixión el día mas esperado era el sábado y temprano corríamos a la casa de Marquitos Trujillo para ver si estaba haciendo el Judas y al ver que sí nos alistábamos para el convite de la tarde donde montado en un burro era paseado el monigote por todo el pueblo ante las risas y algarabía de la chiquillada que lo acompañábamos hasta su destino final frente del templo donde era quemado y con tristeza veíamos como tronaba su cabeza de bule o de balsa con dientes de maíz.

Y así terminaba la semana santa de nuestro pueblo ya el sábado por la tarde las carnicerías ya tenían carne y terminaba el ayuno ya habíamos disfrutado la comida de cuaresma muy rica el agua con frutas verduras y cacahuates las dos variedades de capirotada de agua y de leche y en fin todo el sabor y tradición de Semana Santa.

Espero haberlos distraído un poquito de sus quehaceres y haberlos llevado un ratito a lo que fue nuestra ya lejana niñez.

Lo saludo con afecto y cariño.

C.D. Ramón Godínez Gtz.
(Monín) 16/03/2010

1 comentario:

Alfonso Chávez Espinosa dijo...

MONIN: LO UNICO MALO DE LEER TUS ARTICULOS ES QUE AL FINAL UNO SE DA CUENTA DE QUE NO ANDABA EN LA VILLA, SINO QUE TODO FUE PRODUCTO DE LA IMAGINACION; SE TERMINA LA TELETRANSPORTACION Y VUELVE UNO A LA REALIDAD, PERO QUE BONITO ES RECORDAR ESTAS COSAS.

FELICIDADES Y GRACIAS.
Alfonso Chávez Espinosa