Villa Victoria,Chinicuila Michoacán.: Apalcuate

viernes, 15 de agosto de 2008

Apalcuate

Hace algunos años vivía una familia humilde en la localidad de La majada ubicada cerca del rancho Salsipuedes, correspondiente al municipio de Chinicuila. Era un matrimonio joven tenían apenas tres hijos. El marido se dedicaba a trabajar en el campo y la mujer a cuidar a los pequeños y a realizar los quehaceres del hogar. Todo marchaba bien en la vida de la pareja, sobre todo porque su pequeñita hija había nacido, hacia quince días, en perfectas condiciones de salud.

Anteriormente se respetaba la cuarentena, razón por la cual la madre alisó con tierra blanca todas las paredes de su casa para que en este lapso de tiempo la casa luciera limpia, además resultaba mas fácil descubrir sobre las paredes cualquier insecto o alimaña que pudiera dañar al bebe. En una esquina de las blanqueadas paredes del cuarto la madre colocaba, para iluminarse en la noche, un aparato de los que funcionan con petróleo, razón por la cual la pared se encontraba ennegrecida. Sin saber porque a la mujer le empezaron a salir granos y ronchitas alrededor de se sus pechos y de igual forma le salieron a la niña en la boca. El marido le comentaba a su esposa que posiblemente le había picado un cuerere y de esta forma contagió también a la pequeña. Una noche la mujer observó, sobre la parte humada de la pared, un pequeño caminito que bajaba directamente a la cama
- ¿ Quien tendría la curiosidad de hacer esto? Pensó.

En los ranchos se acostumbra recibir las visitas de los familiares y amigos con la intención de conocer al recién nacido, en esta ocasión la señora recibió la visita de su comadre que también tenia un niño de cuatro meses. Después de alimentar a su bebe la comadre le pidió permiso para acostarlo en la cama, mientras los compadres platicaban en el corredor de la casa.

-¡Como no, acuéstalo comadre.
Y se dirigió a la habitación débilmente iluminada por el aparato seguida por la mujer con el niño en brazos.

De pronto un grito aterrador resonó por toda la casa, ante las mujeres se levantó un enorme apalcuate negro encaminándose hacia la mujer que se encontraba paralizada por el terror. El animal sacaba su lengua mirándole fijamente. En un segundo reaccionaron dirigiéndose hacia la puerta de salida por donde ya entraban los hombres.


-¿Qué paso?
Le pregunto el dueño de la casa a su mujer.
-¡Un apalcuate me quería morder¡
-¿Donde?
-No se ve por ningún lado
-Metan los perros, ellos lo van a encontrar.
En seguida llamaron los perros los que no tardaron en encontrarlo atrás de una petaquilla. Sin perder un segundo, entre los dos hombres lo agarraron por los extremos y lo sacaron del cuarto. Estaban observándolo cuando les dijo la señora – ¡maténlo! ¿Que están haciendo todavía con el?

De un machetazo le abrieron la panza. Al instante brotó leche del estomago. La señora empezó a llorar al imaginar que el abominable animal era el que le había estado tomando la leche y además le había infestado los senos y la boca de la niña.

Otro día la señora se dedico a investigar por donde había llegado el animal. Busco alrededor de la casa y descubrió un arrastradero, donde tiraba las cenizas de la cocina. Era el camino del apalcuate llegaba en dirección del cuarto y se subía por la pared para luego descender por la parte interior; se acercaba a la cama a saciar su hambre mientras la señora y su esposo dormían profundamente

A los pocos días, de este terrible suceso, la señora fue al médico a recetarse.

-Esto que tienes es de un animal rastrero. Le dijo el médico antes de que la paciente le dijera el motivo de su contagio y el descubrimiento de la culebra en el cuarto.

Con mucha dificultad se le fueron quitando los granos tanto a ella como a la niña.

Nada mas de recordar lo sucedido se le enchina la piel. Hoy vive en tranquilamente Villa Victoria junto con su esposo.



http://www.municipiosmich.gob.mx/chinicuila/municipio/historia/historiaveridica.php

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